¿Por qué existe tanto sufrimiento?

Éste es el prólogo del libro “Narrando el Evangelio por medio de historias”

Esteban era un pintor de casas en Inglaterra y pasaba sus vacaciones en una playa de Las Filipinas junto con su familia. Sucedió que yo me hospedaba en el mismo lugar que él. Un día durante una conversación que pronto se encaminó a asuntos espirituales, Esteban comentó: “he hablado con numerosos líderes religiosos, pero ninguno de ellos ha logrado dar respuesta a mis preguntas satisfactoriamente, por lo tanto, he descartado la religión y estoy tratando de vivir una vida buena”.

“¿Cuáles fueron tus preguntas?” Le pregunté.

“La principal es, ¿por qué el mundo es tan injusto? ¿por qué hay dolor y sufrimiento? Y ¿por qué a Dios no le importa eso? Si hay un Dios, ¿por qué no hace algo al respecto?”

“¿Puedo compartir contigo algo que he aprendido acerca de éstas cosas usando una historia de la Biblia?” Le pregunté nuevamente.

“No creo en la Biblia” dijo él.

“No hay ningún problema” respondí. “De todas maneras confío que encuentres en la historia algo que pueda contribuir a la respuesta”

Comenzamos con el libro de Génesis capítulo uno con las intenciones de Dios para su mundo creado. Expliqué como Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Dios creó al hombre del polvo de la tierra y sopló su espíritu en él para que Adán se convirtiera en un ser viviente. Después Dios durmió a Adán y mientras dormía sacó de él una de sus costillas y de ella formó la esposa para Adán, Eva. Finalmente vio Dios todo lo que Él había creado y lo bendijo diciendo: “todo es bueno”. En el séptimo día Dios descansó de su labor porque había terminado el trabajo de su creación. Pronto los dos hijos de Esteban y la novia de uno de ellos, cautelosamente empezaron a escuchar con interés. Lentamente les narré la historia desde el principio y continué explicando el comienzo del dolor y los problemas del mundo desde Génesis 3:1. Les mencioné las historias y el extraño rayo de esperanza donde Dios dijo a Adán y a Eva “La serpiente y los descendientes de la mujer estarán en enemistad, la serpiente herirá a los descendientes de Eva en el talón, pero un día un descendiente de Eva aplastará la cabeza de la serpiente” (Génesis 3:15).

Durante la discusión uno de mis interlocutores dijo: “Sé que vas a decir que Jesús es quien viene para aplastar la cabeza de la serpiente, pero ¿cómo lo hará?”

“¿Puedo contarte otras historias anteriores a Jesús?” Respondí, “ello aclarará mejor todo”.

Así que continuamos con las historias de Abraham, el Éxodo, a través del Antiguo Testamento. Cada historia preparaba el comienzo de la siguiente, de tal manera que mi audiencia entendiera la naturaleza del problema humano, y como desesperadamente necesitábamos de un Salvador.

Mi audiencia me bombardeó con preguntas, pero las discutimos una por una. A menudo yo les preguntaba a ellos la misma pregunta que me hacían y así ellos mismos se daban las respuestas basándose en lo que habían aprendido de las historias. Algunas veces les respondí “La respuesta la encontraremos en la próxima historia”.

Finalmente, después de una hora llegamos al final del Antiguo Testamento.

“Vamos pues!” Me suplicaron, “No nos dejes en suspenso, dinos cómo Jesús salva”.

Afuera al aire libre en nuestro comedor, la playa invitaba, era un día perfecto para sumergirse, y ésta familia había huido del frio invierno de Inglaterra para jugar y disfrutar del sol en Las Filipinas, ya sus vacaciones estaban casi terminadas, pero en éste día era como si la playa no existiese.

Continuamos a través de Jesús, su nacimiento y su ministerio; finalmente llegamos a su muerte y su resurrección. “¿Recuerdan lo que significaba el velo del templo en el Antiguo Testamento?” Les pregunté.

“La separación entre Dios y la gente” Respondió uno de ellos.

“¿Cuál era la única manera que la gente podía ser perdonada para seguir la amistad con Dios?”

“Un representante tenía que prepararse meticulosamente a sí mismo y luego ofrecer un sacrificio perfecto y llevar la sangre a través del velo” Otro respondió.

“Por lo tanto, ¿Cuál fue el significado, cuando el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo justo cuando Jesús murió?”

Comenzaron un poco inseguros diciendo “Supongo que quiere decir que . . . como Jesús murió. . . la barrera entre nosotros y Dios ha sido quitada” Concluyeron apresurados, “de tal manera que una vez más volvamos a tener comunión con Dios”

“Así que Jesús fue el sacrificio perfecto” Dijo uno de ellos.

“Sí, pero él fue también el representante” Clamó otro de ellos.

Por último, puse fin a mi narración de historias, antes que nos fatigásemos y perdiéramos el gozo de lo descubierto.

Dos días después, cuando la familia se estaba despidiendo, Esteban dijo: “cuando regrese a casa buscaré mi Biblia. Si esos ‘expertos’ religiosos me hubiesen narrado las historias de tal relevancia, yo hubiese asistido gustosamente a una de sus iglesias y no hubiera desistido de mi búsqueda”.

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