Narradora reacia no tuvo otra opción más que cambiar de opinión
En el 2010 asistí a mi primer taller narrativo organizado por Wycliffe (en Victoria). Lo que más me sorprendió fue el número de personas desesperadas por encontrar a Dios, que ni siquiera tienen conciencia de esta desesperación. Al concluir con el primer taller, el organizador nos dijo “ahora vuelvan a su hogar y cuéntenle a alguien una historia que aprendieron”.
“¡Ni ahí!” respondí. Volví a casa y le dije a Dios “Ese taller estuvo espectacular pero nunca JAMÁS voy a contarle a alguien una historia de la Biblia. ¡Qué idea tan ridícula!”
Al día siguiente estaba trabajando en un prado, dándole suero a un ternero enfermito, y de la nada la dueña de la granja me preguntó “¿Qué anduviste haciendo el fin de semana?”
Intenté darle respuestas entre dientes hasta que finalmente admití que el fin de semana había ido a un taller para relatar historias de la Biblia. “¿Un taller para relatar historias de la Biblia? ¡¿Qué?!”
Hice lo que pude para evitar contarle una historia bíblica pero me pidió tantas explicaciones e hizo tantas preguntas que al fin cedí y le empecé a contar la única historia que se me ocurría en ese momento: la de Zacarías y Elizabeth cuando quedó embarazada.
Al terminar la historia la granjera me dijo, “¡Guau! Estoy tan contenta que me contaste eso. Yo solía ser cristiana. Pero hace 40 años que no voy a la iglesia. Volveré a la iglesia este fin de semana.”
Suspiré y le dije a Dios “Ok, Tú ganas. Contaré historias de la Biblia.”
Y fue lo que empecé a hacer. En el trabajo a mi colegas, a mis clientes, a mis amigos de la iglesia, a mis amigos no-cristianos que visitaba. Con el tiempo me di cuenta que mi trabajo se interponía con este ministerio de relatar historias. No necesitaba un salario a tiempo completo así que dejé el trabajo y he estado trabajando en trabajos temporales, ganando solo lo justo para vivir.
Desde entonces, he compartido estas historias en iglesias, con individuos, en campamentos de vacaciones para estudiantes de secundaria, en estudios bíblicos para estudiantes internacionales, guiando y aconsejando a otros, liderando estudios bíblicos en la iglesia… y no sé, en millones de lugares y maneras distintas.
Las historias que puedo contarles sobre las historias que he contado a veces suenan increíbles, inclusive para mí- ¡y yo era la que estaba allí presente!
Disculpen la duración de este testimonio. Relatar las Escrituras me ha abierto los ojos a lo que más importa en la vida: Dios mismo. Me emociono al pensarlo. También me ha abierto los ojos al valor de las Escrituras. Se hace más obvio su valor al ver a australianos enganchados con la Biblia (y esto incluye tanto a cristianos como a otros). También al ver la reacción de gente que no ha tenido acceso alguno a las escrituras, que incluso estaban desesperados por oír de Dios, escuchar historias bíblicas en sus propias lenguas. Relatar historias a estudiantes internacionales ha sido básicamente enviar misioneros a sus países natales al finalizar sus estudios.
Hoy en día trabajo demostrando y defendiendo la importancia de contar historias en el sudeste de Queensland. Parte de mi rol incluye facilitar talleres de 3 días para iglesias, seminarios y para otros grupos también.
Utilizado con el permiso de SF.